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Biografía detallada del Profeta Muhammad: Período mecano (parte 2 de 3)

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Descripción: Una lección de tres partes que detalla la vida del Profeta Muhammad antes de la revelación y los años siguientes, hasta que los musulmanes fueron forzados a dejar La Meca. Parte 2: Su edad adulta, la primera revelación y la prédica secreta.

Por Imam Kamil Mufti (© 2016 NewMuslims.com)

Publicado el 23 May 2019 - Última modificación 21 Sep 2016

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Objetivos:

· Aprender sobre el matrimonio y la familia del Profeta.

· Aprender sobre la vida en retiro del Profeta antes de recibir la revelación y cómo comenzó.

· Aprender sobre la prédica secreta del Islam en las primeras etapas de su misión.

Matrimonio y familia

Detailed-Biography-of-Prophet-Muhammad-2.jpgUna señora rica llamada Jadiyah lo contrató para que comerciara su mercancía en Siria a nombre de ella. Él iba a recibir un porcentaje de comisión de las transacciones comerciales. Realizó la tarea con tanta precisión y honestidad que ella le propuso casamiento enviando a una de sus amigas para preguntarle si estaba interesado. Jadiyah había recibido muchas propuestas de matrimonio después de la muerte de su segundo marido, pero las había rechazado todas. Sin embargo, ella vio algo especial en Muhammad (que la misericordia y las bendiciones de Allah sean con él), quien aceptó la propuesta.

Muhammad tuvo que recaudar el dinero necesario para pagar su dote, que era de unos 500 dirhams. Él tenía veinticinco años, mientras que Jadiyah no solo era bastante mayor que él, sino que ella ya antes había estado casada dos veces.

Esto no lo desanimó, ya que ella tenía todas las cualidades que él podía requerir: una conducta virtuosa, noble linaje, belleza y riqueza. Muhammad y Jadiyah se casaron y tuvieron seis hijos: dos niños y cuatro niñas. Ambos niños murieron en su infancia, mientras que solo una hija sobrevivió a su padre. Sin embargo, los dos niños estaban destinados a ser sustituidos por otros dos: un joven llamado Zaid Ibn Harizah fue separado de su familia y terminó en La Meca, y Muhammad y Jadiyah decidieron adoptarlo y fue conocido como Zaid Ibn Muhammad.

Unos años más tarde, hubo una hambruna en La Meca y esto resultó ser muy difícil, especialmente para Abu Talib, que tenía que mantener a una familia numerosa. Para aliviar su carga, Muhammad y Jadiyah llevaron a uno de sus hijos, Ali, a su casa y lo criaron como si fuera su propio hijo. Así, se convirtieron en una feliz familia de ocho personas.

Su aversión al politeísmo

Muhammad continuó su profesión como comerciante durante muchos años y vivió una vida sencilla con su esposa e hijos. Estaba perturbado por la inmoralidad presente en su sociedad, pero el más despreciable de todos los vicios de su pueblo era la adoración de ídolos. Ellos asociaban con Allah estatuas y dibujos hechos con sus propias manos. Muhammad rechazaba los falsos rituales a los que se dedicaban los árabes paganos, incluso durante la peregrinación.

De hecho, no era el único en su aversión hacia la adoración de ídolos. Estaba Waraqah Ibn Nawfal, que había abandonado la idolatría y se había convertido en cristiano. Waraqah leyó las escrituras de los judíos y cristianos en hebreo y decidió seguir ese camino. No se sabe qué forma de cristianismo siguió, pero como era un erudito, probablemente tenía su propia idea sobre lo que el Profeta Jesús realmente enseñó.

Revelación

Una noche, cerca del final del mes de Ramadán, Muhammad estaba orando y meditando cuando sintió otra presencia en la cueva. "¡Lee!", ordenó una voz. "No sé leer", respondió Muhammad con honestidad, pues era analfabeto, como la mayoría de los árabes. Algo lo agarró y lo apretó con tanta fuerza que no pudo soportar más el dolor, y luego lo soltó. "¡Lee!", volvió a pedir la voz. "No sé leer", respondió Muhammad una vez más. Lo agarró por segunda vez y lo apretó. Esto no era un sueño. Un simple pellizco habría sido suficiente para despertarlo.

Cuando ya no pudo soportar el dolor, lo soltó. "¡Lee!", exigió la voz por tercera vez. Muhammad estaba asustado. ¿Qué era todo eso? ¿Qué estaba pasando? Había muchas preguntas, pero no había tiempo para pensar. Tuvo que responder rápidamente: "No sé leer". Otra vez fue agarrado con una fuerza abrumadora, y luego lo soltó y la voz recitó las siguientes palabras: ¡Lee! [¡oh, Muhammad!] En el nombre de tu Señor, Quien creó todas las cosas. Creó al hombre de una célula embrionaria. ¡Lee! Que tu Señor es el más Generoso. Enseñó la escritura con el cálamo y le enseñó al hombre lo que este no sabía” (Corán 96:1-5).

Había sido el ángel de la Revelación: Gabriel (Yibril). Estaba claro que le estaba diciendo que repitiera lo que había oído, y cumplió plenamente. Esas palabras estaban completamente grabadas en su memoria. Luego el ángel se fue, y se quedó solo otra vez.

¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué eran esos versos? Muhammad, siendo árabe, estaba familiarizado con la poesía, pero no era ni poesía ni prosa. No había tiempo para reflexionar, estaba asustado y bajó corriendo de la montaña. Se fue directo a casa con su esposa, que era quien más podía consolarlo. "¡Cúbreme! ¡Cúbreme!", Jadiyah puso una manta sobre él hasta que se calmó. Luego le contó su experiencia y admitió que estaba asustado. Él le recordó los versos, letra por letra. Jadiyah inmediatamente lo consoló diciendo: "Allah no te deshonrará. Eres amable con tu familia, ayudas a los débiles, ayudas a los necesitados, eres generoso con tus invitados y luchas por la verdad". Ella creía firmemente que Allah no permitiría que nada malo le pasara a un hombre honrado como él.

Prédica secreta

El Profeta continuó recibiendo revelaciones por el resto de su vida. Inicialmente solo confiaba en aquellas personas en las que sabía que se podía confiar. La Meca era el corazón de la idolatría y no sería fácil cambiar las cosas de la noche a la mañana. La misión requería una planificación a largo plazo y, por lo tanto, comenzó con una prédica secreta solo a aquellos que probablemente estarían interesados. El Profeta comenzó en su propia casa. Después de la reunión con Waraqah, Jadiyah se convenció de que su marido era en realidad un Profeta. Conocía muy bien a su esposo, ya que durante los últimos quince años habían estado casados, y le quedaba muy claro que no era un mentiroso ni un poseído. Por lo tanto, ella fue considerada la primera creyente. Luego creyeron su primo Ali y su hijo adoptivo Zaid. Ambos eran jóvenes y sabían distinguir entre un impostor y un hombre sincero. Los jóvenes a veces tienen la capacidad de ver cosas que ni siquiera los ancianos experimentados pueden percibir.

El primer hombre fuera de la familia en aceptar el mensaje fue Abu Bakr. Había sido el mejor amigo del Profeta durante muchos años. Era un comerciante de linaje noble y era respetado en toda La Meca por ser filántropo y experto en genealogía. Abu Bakr inmediatamente comenzó a contarle a sus allegados sobre el Profeta, algunos aceptaron el mensaje como Az-Zubair, ʿAbd Ar-Rahman, Saʿd y Talha. El mensaje comenzaba a difundirse en La Meca, aunque de manera discreta.

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