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Conozcamos a Muhammad (parte 2 de 2)

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Descripción: La continuación de una lección de dos partes sobre conocer al hombre llamado Muhammad (la paz sea con él), cuyo nombre se menciona en la Shahadah.

Por Imam Kamil Mufti

Publicado el 14 Apr 2019 - Última modificación 14 May 2017

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Prerrequisitos

·El testimonio de fe.

Objetivos

·Conocer la importancia del testimonio de fe.

·Conocer el significado de la segunda parte del testimonio de fe.

Términos árabes

·Shahadah: Testimonio de fe.

·Tahayyud: Rezo voluntario realizado de noche.

Muhammad llevaba una vida simple, sin extravagancias ni lujos. Él le dio la espalda a su vida mundana y se alejó de ella. ¡La consideraba una prisión y no un paraíso!

Si hubiese querido, podría haber tenido lo que deseara, pues se le ofrecieron muchos tesoros, pero él los rechazó.

Él no cambió su parte de la recompensa de la otra vida por su vida terrenal. Él sabía que esta vida es una zona de tránsito y no una residencia permanente. Él comprendió muy bien que significa una parada temporal, no un parque de diversiones. Le asignó su verdadero valor: el de una nube de verano que pronto se dispersa.

Aun así, Allah dice que lo enriqueció cuando era pobre:

“¿... y te encontró pobre y te enriqueció?” (Corán 93:8).

Aisha, su esposa, dijo:

“Podía pasar un mes sin que la familia de Muhammad encendiese fuego para cocinar. Ellos subsistían con dos cosas: dátiles y agua. Algunos Ansar[1] que eran sus vecinos, solían enviarle leche de sus ovejas, de la cual bebía y le daba a su familia” (Sahih Al Bujari, Sahih Muslim).

Ella relató que la familia de Muhammad (que la misericordia y las bendiciones de Allah sean con él) nunca pudo comer pan hasta saciarse durante tres días consecutivos desde que llegaron a Medina hasta que él falleció, ¡Eso fue un periodo de diez años!

A pesar de todo esto, él solía levantarse por la noche para ofrecer su gratitud a su Señor realizando el rezo nocturno del tahayyud. ¡Rezaba tanto que sus pies se hinchaban! Cuando se le preguntaba por qué adoraba tanto a Allah, su respuesta era:

“¿No debo ser acaso un siervo agradecido con Allah?” (Sahih Al Bujari, Sahih Muslim).

Omar, uno de sus amigos cercanos, recordando los días cuando pasaba hambre, dijo que a veces el Profeta no tenía ¡ni dátiles viejos para satisfacer su hambre!

Abdullah Ibn Mas’ud, otro de sus discípulos, dijo que una vez, cuando el Profeta despertó de dormir, las marcas de la estera de palmas sobre la que se había acostado se notaban claramente en su espalda. Ibn Mas’ud se quejó diciendo:

“¡Que mi padre y mi madre sean tu rescate! ¿Por qué no nos dejas prepararte un lecho más suave que te proteja?".

Él respondió:

"No tengo nada que ver con este mundo. Yo soy en este mundo como un viajero que se detiene bajo la sombra de un árbol por un corto tiempo y, después de descansar, reanuda su viaje, dejando el árbol atrás’” (At-Tirmidhi).

Varios conquistadores en los anales de la historia son conocidos por haber vertido ríos de sangre y levantado pirámides de cráneos. El Profeta Muhammad es conocido por su tolerancia, él nunca se vengó de alguien que le hubiese causado algún daño, nunca golpeó con su mano a nadie, ni a ninguna mujer ni a ningún sirviente, excepto en el campo de batalla, cuando luchaba por la causa de Allah para defender la fe.

Su gran misericordia se pudo observar cuando entró a La Meca como un conquistador luego de ocho años de exilio.

Él perdonó a la mayoría de los que lo habían perseguido y obligado, a él y su familia, a vivir exiliado fuera de La Meca por tres años; aquellos los que lo llamaron lunático, poeta y poseído. Perdonó a Abu Sufián, uno de los hombres más malvados, quien intrigaba para perseguirlo día y noche junto con su esposa Hind, la que mutiló el cadáver del tío musulmán del Profeta y se comió su hígado crudo luego de haber ordenado a Wahshi ―un fiero esclavo conocido por sus habilidades marciales― asesinarlo, y esto los llevó después a aceptar el Islam. ¿Quién más podría tener tan elevado nivel de carácter sino el más noble y más confiable Profeta de Allah?

Wahshi, un esclavo de La Meca, ganó su libertad en los primeros años del Islam como recompensa por haber matado a Hamza, el tío del Profeta, cuyo cuerpo fue luego mutilado. Cuando el Islam llegó a La Meca, él huyó a otra ciudad, Taif. Eventualmente, Taif también cayó en poder de los musulmanes. Se le dijo que Muhammad perdonaba a cualquiera que aceptara el Islam. A pesar de que su crimen era tan grave, Wahshi reunió valor, fue ante él y anunció su islamización, ¡y Muhammad lo perdonó! Incluso perdonó a la anterior ama de Wahshi, Hind, ¡la mujer que había mutilado el cadáver de Hamza y masticó su corazón y su hígado a causa de su gran odio contra el Islam!

Su gran perdón alcanzó incluso a Habbar. Cuando la propia hija de Muhammad, Zainab, estaba migrando de La Meca a Medina, los paganos de La Meca trataron de detenerla por la fuerza. Habbar era uno de ellos, él provocó que la hija del Profeta, que estaba embarazada, cayera de su camello y, como consecuencia, perdiera a su hijo. Escapando de la culpa que le causaban sus crímenes, Habbar huyó hacia Irán, pero Allah dirigió su corazón hacia el Profeta. Así que se presentó ante él y reconoció su culpa, luego dio su testimonio de fe y ¡fue perdonado por el Profeta!

Apuntando con su dedo a la luna, Muhammad la dividió en dos mitades. En una noche viajó de La Meca a Jerusalén, dirigió a todos los profetas en el rezo y luego ascendió por los siete cielos para encontrarse con su Señor. Sanaba a enfermos y ciegos. Los demonios, por su orden, dejaban a los que poseían; de entre sus dedos fluyó agua, y se podía oír a su comida alabando a Allah.

Y aun así era la persona más humilde.

Se sentaba en el suelo, comía en el suelo y dormía en el suelo.

Uno de los sahabas relató que si un extranjero llegaba a una reunión en la que él estaba presente, no sabía diferenciar entre el Profeta y sus discípulos debido a su humildad.

Anas, su sirviente, juró que en sus nueve años de servicio, el noble Profeta nunca lo castigó ni reprendió.

Los que lo acompañaban decían que era tan humilde que incluso una niña pequeña podía llevarlo de la mano donde ella quisiera. Solía visitar a los musulmanes débiles para ver a los enfermos o atender sus funerales. Solía mantenerse al final de las caravanas para atender a los débiles y rogar por ellos. No dudaba en caminar acompañando a una viuda o persona pobre, o incluso a un esclavo, hasta ayudarlos a resolver sus asuntos. Respondía las invitaciones de esclavos para compartir con ellos tan solo pan de cebada.

Era el mejor de los hombres para con su familia. Aisha describió así su humildad:

“Se ocupaba de servir y ayudar en la casa; cuando llegaba el tiempo del rezo, realizaba la ablución y se iba a rezar. Remendaba sus sandalias y costuraba su ropa. Era un ser humano como cualquier otro… Ordeñaba su oveja y realizaba las labores del hogar” (Sahih Al Bujari).

Ciertamente, él era la mejor persona para con su familia. ¡Su personalidad era tal que la gente no quería apartarse de él!

Era el hombre más valiente, más intrépido y más audaz de todos en el campo de batalla. El caballero de los Ansar, Al Bara’, exclamó con sorpresa:

“Cuando la batalla recrudecía, buscábamos protección al lado del Profeta; y el más valiente de nosotros era el que lograba seguirle el paso a él en el combate” (Sahih Al Bujari, Sahih Muslim).

El hombre valiente de Arabia, Ali ―el conquistador de Jaibar― describió el valor del Profeta:

“Debieron verme el día de la batalla de Bader, cuando buscábamos protegernos al lado del Profeta. ¡Él era el más cercano de nosotros al enemigo y se llevó la mejor parte de la batalla ese día!” (Sharh As-Sunnah).

Así era el noble Profeta de Allah, a quien debemos amar más que a nosotros mismos y a quien Allah describió así:

“En el Mensajero de Dios hay un bello ejemplo” (Corán 33:21).

Allah jura por su perfección moral:

"Nun. Juro por la pluma y por [los conocimientos que con ella] se escriben, que tú [Oh Muhammad], por la gracia de tu Señor, no eres un loco, y tendrás una recompensa ilimitada. Eres de una naturaleza y moral grandiosas" (Corán 68:1-4).

Todo en él ―sus cualidades, su carácter, sus palabras y su vida ejemplar― inspiran a la persona a tener fe, como lo declara el Corán:

"En el Mensajero de Dios hay un bello ejemplo" (Corán 33:21).



Notas de pie:

[1] Ansar: Los que auxiliaron… Es un término acuñado por el Profeta para describir a los musulmanes residentes en Medina, quienes aceptaron a los emigrantes (Muháyirun) de La Meca y los ayudaron a establecerse en su nuevo hogar.

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